Quien ve a Anyelis Cedano por primera vez no podría imaginarse el trance que vivió. Hoy día, luce radiante y llena de vida. Una mujer próspera y con una hermosa familia.
Sin embargo, casi tres años atrás un cáncer poco común, que le produjo metástasis, estuvo a punto de arrancarle todos sus sueños.
Con una sutil sonrisa y voz calmada cuenta su historia, y todo el proceso que vivió en menos de un año cuando fue diagnosticada con cáncer de nasofaringe avanzado nivel 3. Este es un tumor maligno que suele afectar por infiltración las fosas nasales, la base del cráneo, oído y músculos de la masticación, explica Elvin Castillo Romero, cirujano oncólogo.
A sus 31 años, Anyelis tenía una vida activa y buena alimentación. Había llegado recientemente al país con enormes proyectos en el ámbito de la belleza. La innovación de las técnicas en las cejas y pestañas le permitió emprender un negocio y atender varias clientas diariamente.
Explica que al tener una vida activa, su cáncer fue asintomático, a pesar de que el cansancio, gripe constante y dolor de amigdalitis golpeaban su vida, lo percibía como algo “normal” o causa del ajetreo cotidiano.
“Sentía mucho cansancio, pero igual yo seguía con mi vida, porque al entrenar yo tomaba multivitaminas, me alimentaba bien y me ejercitaba, yo no tuve ningún cambio”.
No obstante, el virus del Zika fue el detonante, según sus médicos, para que las células cancerígenas se desarrollaran a gran escala en su organismo. A este malestar se le agregó el virus de Epstein-Barr, el cual se caracteriza por fiebre garganta irritada, fatiga extrema y ganglios linfáticos inflamados.
Este último virus es considerado como uno de los factores que predisponen a la aparición del cáncer de nasofaringe, afirma Castillo Romero. Además, añade que algunos estudios relacionan este mal con la ingesta excesiva de alcohol, algo poco habitual en la vida de Anyelis.
Con el paso de los días, su cuello se expandió, pensó que tenía amigdalitis aguda. Empero, a partir de ahí comenzó a buscar especialistas, y se consultó con tres médicos: un generalista, un otorrino y un internista, para quienes todo estaba bien.
Finalmente llegó al especialista indicado y al problema. “Mi fatiga ya era tan grande y los ganglios eran muy grandes, varios meses después, llegué donde mi médico. Pero no presentaba dolor ni nada, solo la molestia”.
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