La decisión estaba tomada. Cuando Raymond García, médico cubano de 32 años, supo que su país se retiraba del programa “Más Médicos” de Brasil no lo dudó ni un segundo: “A Cuba no vuelvo más”.
El gobierno de la isla caribeña puso punto final a su participación en esa misión la semana pasada, por lo que los 8,300 cubanos que brindaban cobertura de salud a parte de la población brasileña más vulnerable fueron llamados a volver a casa. Sin embargo, como García -quien desde 2016 hasta hace seis días prestó servicios en Marajó, una isla perdida dentro de la Amazonía brasileña-, algunos cubanos no están dispuestos a regresar.
“No tengo opción. Allá la vida está muy limitada. Hay educación y salud gratuita, sí, pero, ¿qué más? No quiero volver para pasar pobreza ni castigar a mi hijo y mi mujer, ellos no se lo merecen”, dice García a AP.
El médico llegó por casualidad a Brasil. Después de formarse en La Habana, capital de Cuba, supo que había posibilidades de trabajar afuera a través de misiones humanitarias. Angola, Brasil y Venezuela eran algunas de las opciones.
“Elegí Brasil porque era la que mejor pagaba, 2,900 reales -unos $760- y en Cuba trabajaba los siete días a la semana haciendo guardias médicas por $10”.
En Brasil, García conoció a Jarina, su esposa, y hace cinco meses se convirtió en padre. Desde que llegó, asegura, atendió a gente “muy humilde” que “nunca en su vida había ido al médico”, y aprendió a querer al pueblo brasileño.
“Lo único que conocía del país eran imágenes del Pan de Azúcar y de las playas. Nunca imaginé estar acá en la Amazonía y rápidamente empezar a sentir mucho cariño por los locales”, dice.
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