El rico olor de una comida, por lo regular, lo que despierta es deseos de probarla.
Eso sí, cuando se tiene olfato periodístico, algo dice que en los fogones donde se prepara, se ‘cuece’ una historia. Eso le pasó a Fabio Cabral cuando visitó un lugar en Moca que, con su gastronomía árabe se ha convertido en uno de los atractivos turísticos más sabrosos de la zona.Tan impresionado quedó de que en un pueblo como Moca, donde la yuca es la reina, se esté explotando el arte culinario de países tan lejanos, que Fabio no tardó en dirigirse a esta sección para proponer que se contara la historia que hay detrás de este proyecto que pone a este pueblo de la provincia Espaillat, en el mapa de los destinos dominicanos con una de las más exóticas propuestas de comida.
Anllela y Lissette Dabas Dabas son las protagonistas. Con ellas se hizo el contacto para visitar el lugar y conocer la razón de ser de esta iniciativa que potencia a Moca como un destino con sabor a desarrollo. “Nosotras venimos de una familia muy unida, muy trabajadora, de un padre que amaba dar a los demás de lo que tenía, y así crecimos y nos hemos quedado”. Con esto dejan explícito que han seguido al pie de la letra lo enseñado en el seno familiar.
Aunque son de ascendencia oriental, ambas nacieron aquí, pero crecieron respetando esa cultura que mezclan con la dominicana para la obtención de un resultado de excelencia. Esto les ha permitido hacer de un legado árabe un atractivo mocano.
Moca está de moda
Ambas hermanas están conscientes de que el turismo interno está dando de qué hablar y hacen grandes esfuerzos para aportar a ello. Una de las formas que utilizan, además de la gastronomía, es el don de gente. “Todos aquí somos una familia. El personal es nuestra familia, se le trata bien para que hagan lo mismo con todo el que entre a ésta, que es nuestra y también su casa. La muestra de que ha dado resultado es que, en cuatro años que tenemos, hemos crecido tanto que ha habido que seguir expandiendo las áreas”. Esto lo dice Anllela con evidente satisfacción.
Y saber que, muchos le decían que estaba loca cuando decidió vender comida árabe en Moca. Porque no es menospreciando a este ni a ningún pueblo, pero es de conocimiento que en los campos se suele ir a consumir su comida típica. “Yo me arriesgué sabiéndolo, y no me arrepiento. Esto no lo vemos como un negocio, sino como un gran aporte al desarrollo de Moca, que es un destino que está de moda. Lo vemos como una remembranza a nuestras raíces, a la esencia de nuestro padre Yamil Dabas que tanto dio y recibió de este pueblo”. Esto la conmueve y sus ojos lo expresan.
Hoy este legado tiene a Moca en la mira de todos, atrae visitantes desde Punta Cana, Puerto Plata, la Capital, Santiago, La Vega, Jarabacoa, Constanza y otros puntos del país. “Vienen autobuses llenos, solo a probar el sabor árabe que tiene Moca”. La cita es de Anllela.
Solo abren los domingos
“Es que no podemos abrir más días. De verdad que no. Los platos árabes son muy trabajosos, llevan mucho tiempo. Es más, te puedo decir que yo preparo un pavo relleno, riquísimo, pero me consume mucho tiempo. Lo dejo en vino por 15 días, después duro cuatro días más preparándolo y rellenando, y luego el tiempo que se lleva en el horno. Eso no es un maíz”. Lo cuenta Lissete con su estilo fresco, relajado y chistoso de hablar, mismo que utilizó para dejar claro: “Y esa comida se acaba toda, a veces no alcanza para nosotros y tenemos que sancochar plátanos”. La risa de su ocurrencia duró un buen rato y más tarde se pudo comprobar que tenía razón.
Arroz pilaf, tipile, cordero, hojas de parra rellenas, repollitos, baklava y muchas otras recetas obligan a los amantes de este tipo de comida a hacer largas filas para lograr probar los platos que preparan estas mujeres con la ayuda de toda su familia, en especial, de su madre, doña Mirian Dabas.
“Queremos que Moca siempre tenga algo de nuestras tradiciones”
Damaris es una de las colaboradoras de Anllela y Lissette Dabas Dabas. Ella se siente como si fuera parte de esa familia y, lo demuestra cuando dispensa a los visitantes un trato amable y cortés, mismo que recibe de parte de las hermanas que, a través de la gastronomía están atrayendo cada vez más personas a Moca.
“Nosotros estamos claros en que el buen servicio también ayuda a que nuestro pueblo se desarrolle, porque si la gente viene aquí y la tratamos bien, pues seguirá visitándonos, y hablará bien de Moca”. Es la reacción de la joven cuando se le hizo saber sobre su don de gente al recibir con una sonrisa y amabilidad a los visitantes.
Es obvio que todos ahí tienen un mismo objetivo: aportar para que este pueblo de la provincia Espaillat siga ganando turistas dominicanos y extranjeros. El accionar de dueños y empleados lo dice todo. El trato entre ellos también es de cordialidad. Al momento de hacer las fotografías para todos querían estar, y hasta hacerse tomas individuales con las dueñas de este proyecto que está poniendo a Moca en la lista de los destinos gastronómicos.
Impulso al turismo
Tanto Anllela como Lissette están claras en que el desarrollo turístico de Moca, así como el del país, dependen mucho de los aportes diversos que toda la población, desde distintos ángulos, pueda hacer. De ahí es que, no les ha importado dejar que su casa paterna, de más de 50 años, sea literalmente “invadida” por grupos de personas que domingo tras domingo se dan cita en el lugar para disfrutar de la gastronomía árabe.
Ambas están orgullosas de haber nacido en República Dominicana, pero también lo están de la ascendencia que por el lado paterno y materno arrastran de los árabes. “Bueno, nosotros respetamos mucho esa cultura, y la muestra es que tratamos de mantenerla viva a través de la comida, y de todo lo diverso que sume al desarrollo de un pueblo que amamos”. El rostro de Anllela no puede ocultar su emoción al tocar el tema, tanto es así que, su pintalabios fucsia que hace juego con su blusa, parece iluminarlo.
“Una forma también de mantener viva esas costumbres de nuestros abuelos, de nuestro padre…, es a través de objetos que hablan de su cultura. Por eso tenemos lámparas de allá, y prendas hechas con piedras auténticas, y a la gente le encanta todo eso, y a nosotras también, porque no es un asunto de dinero, sino de mantener viva su esencia combinada con nuestras raíces mocanas”. Esas palabras son de Lissette, que por primera vez muestra una expresión de añoranza y no una sonrisa.
Una iniciativa que anda de boca en boca
Ambas hermanas saben que lo que están haciendo está contribuyendo a que todos quieran visitar a Moca. Lo mismo le sucede a su hermano George, quien en la parte de los postres busca “endulzar” los paladares de quienes se trasladan desde distintos puntos del país para ir a saborear las recetas árabes que allí se sirven. “Nosotros tratamos de hacer dulces criollos, pero sin dejar de preparar el auténtico baklava, que es muy típico de allá”. Él se refiere a los países árabes desde donde vinieron sus padres. Su familia es de Palestina, procedente de Nazaret.
Mientras la gente entraba, escogía, salía, volvía y llegaba otro grupo, el tema que dominaba el ambiente era la rica comida que allí preparan. Toda la familia se pone en atención y cada uno atiende su “cartón” como lo hacen sus colaboradores. De hecho, hubo que esperar que Anllela atendiera a la inmensa cantidad de comensales para que pudiera conversar claros en que este bufé anda de boca en boca y hay que prestarle atención. Este medio fue testigo de ello y de que para esta familia, mantener vivo un legado y brindar un buen servicio es la clave para contribuir al turismo gastronómico de Moca, tal y como lo sospechaba Fabio.
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