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Efemérides

54Grado.com : Hoy es jueves 16 de octubre del 2025 . Faltan 76 días para el año 2026. Temperatura: la máxima estará entre 31 °C y 33 °C y la mínima entre 22 °C y 24 °C :.... Efemérides Nacionales: 1863. La columna española del general José de la Lagándara se bate con dominicanos en la comunidad de Manoguayabo, provincia Santo Domingo. 1864. El Presidente Gaspar Polanco nombra el general Gregorio Luperón jefe de operaciones en la región Noroeste, contra las tropas españolas. 1877. El general Cesáreo Guillermo inicia un movimiento en El Seibo contra el gobierno del Presidente Buenaventura Báez Méndez. 1904. El cardenal Merry del Val anuncia el nombramiento de Monseñor Adolfo A. Nouel como Arzobispo Coadjutor con derecho a sucesión futura. 1905. Muere en Puerto Plata el general Segundo Imbert, soldado de la Restauración, ex-vicepresidente de la República. 1943. La República Dominicana y el Reino de Noruega inician relaciones diplomáticas y consulares. 1958. Es fundado en Santiago de los Caballeros el Archivo Histórico de esa ciudad. 1955. El huracán Hilda, de categoría 3, pasa por la zona noroeste del país, con el ojo sobre la provincia de Pedernales, provocando pérdidas humanas y materiales. 1961. Inician las protestas cívicas bajo la consigna de "¡Libertad, Libertad!" y la destrucción de letreros, retratos, estatuas, bustos del ajusticiado dictador Rafael Trujillo y su familia, las que culminan el día 20 con la masacre de Ciudad Nueva. 1965. Muere como consecuencia de las heridas de balas recibidas en un atentado perpetrado en la zona constitucionalista, el agrimensor Ángel Severo Cabral, dirigente del derechista Partido Unión Cívica Nacional. 1978, El dirigente de la Unión Patriótica, Franklin Franco, pide al presidente de la República Antonio Guzmán, localizar y entregar los restos del coronel Caamaño a sus familiares. 1979. El presidente Antonio Guzmán dispone que el Estado Dominicano adquiera todas las acciones de la firma minera Rosario Dominicana, que extraía oro de las lomas de la provincia Sánchez Ramírez. 1992. Son abiertas al público las puertas las instalaciones que alojan El Faro a Colón, en el se encuentran los más importantes detalles del Almirante Cristóbal Colón, descubierto del continente americano. 1995. El Presidente Joaquín Balaguer promulga la nueva Ley Electoral, la cual crea los colegios de votación cerrados y establece otras normas para la celebración de los comicios de 1996. 1998. Las Naciones Unidas reconoce a la dirigente comunitaria azuana Sonia Beltré, junto a otras cuatro mujeres de distintos continentes, por sus esfuerzos personales y lucha contra la pobreza. 2019. El Ministro de Defensa, Rubén Darío Paulino Sem, asegura que las Fuerzas Armadas tienen la capacidad de retener cualquier avalancha de haitianos que intenten ingresar al país, debido a las protestas que vive la vecina nación desde hace varias semanas. 2020. El Poder Ejecutivo dispone mediante el decreto 566-20, el traslado al Panteón de la Patria de los restos de la señora Rosa Protomártir Duarte Diez, hermana del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte e instituye el 13 de enero, de cada año, como Día Nacional del Historiador. 2024. Fallece a la edad de 87 años el periodista y literato Federico Henríquez Grateraux, quien fue director del desaparecido periódico El Siglo y ganador del Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureñaen 1979, dejó un legado en esas y otras áreas, tras varias semanas de enfermedad. Internacionales: 1472. La Corona de Aragón recupera el Rosellón y la Cerdaña, estableciendo la paz de Pedralbes. 1793 En Francia, muere en la guillotina María Antonieta, esposa del también guillotinado Luis XVI. 1765. España autoriza el libre comercio con América desde varios de sus puertos. 1846. El doctor William Norton realiza una estracción dental utilizando el éter como analgésico. 1854 Nace el escritor Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, mejor conocido como Oscar Wilde. 1923. El empresario, animador, guionista, actor de voz y productor de cine estadounidense Walter Elias Disney (Walt Disney) funda junto a su hermano Roy "The Walt Disney Company", en Orlando, estado de La Florida, EEUU. 1949. Llega a su fin la guerra civil en Grecia entre combatientes comunistas y gubernamentales. 1964. La República Popular China estalla su primera bomba atómica. 1978. El cardenal polaco Karol Wojtyla es elegido Papa y adopta el nombre de Juan Pablo II. Fue el primer pontífice no italiano en más de 4 siglos. 1993. El Consejo de Seguridad de la ONU vuelve a reunirse para analizar el Caso Haitiano, resolutando la aplicación de un bloqueo naval contra el vecino Estado. 1995. En Haití, el Primer Ministro Smarck Michel presenta renuncia debido a la oposición del nuevo parlamento y escaso apoyo del Presidente Jean Bertrand Aristide, al programa de privatizaciones acordado con los organismos financieros internacionales. 2005. Un motín en la cárcel de Magdalena, Argentina, deja 32 reclusos muertos y 12 heridos, informa el ministro de Justicia de la provincia, Eduardo Di Rocco. 2009. Muerte en Viena a los 84 años, el presunto criminal de guerra nazi Josias Kumpf, uno de los tres ex miembros de las SS buscados por la Justicia española. 2012. El ex fiscal colombiano, Ramiro Anturi, se declara culpable en una corte de Washington, de haber colaborado con narcotraficantes que introducían cocaína en Estados Unidos. 2013. La revista ´PLoS Medicine´ revela que durante la invasión de Irak y la posterior ocupación por parte de EEUU (2003-2011), casi 500,000 de iraquíes murieron por causas directa o indirectas de la guerra. - Unas 49 personas, incluyendo nacionales de más de diez países, mueren cuando se estrella en el río Mekong de Laos un avión ATR 72-600 de Lao Airlines. 2014. En Kourou, Guayana Francesa se lanza el satélite de comunicaciones argentino ARSAT-1. 2019.En Barcelona, España, es escenario de la tercera jornada de protestas independentistas que ya han derivado en enfrentamientos con la Policía, altercados e incendios en las calles. - El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llama "enferma" a la jefa de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, y cuestiona su salud mental después de haberla definido como "política de tercera clase" durante una tensa reunión sobre Siria en la Casa Blanca. 2021. Una de las bandas criminales que operan en Haití, secuestran 15 misioneros estadounidenses y uno canadiense, en la periferia de Puerto Príncipe, entre ellos niños, sin que los plagiadores anunciaran la exigencia de recompensa. 2024. Un tanque israelí abre fuego en un ataque "directo y aparentemente deliberado" contra el contingente de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano, en una posición cerca de Kafer Kela, observaron que un tanque Merkava de las Fuerzas de Defensa de Israel disparaba contra su torre de vigilancia", reza el mensaje. - El exsecretario mexicano de Seguridad Pública Genaro García Luna es condenado a penas que suman más de 38 años de cárcel, en un tribunal de Nueva York, además de dos millones de dólares de multa, por delitos de narcotráfico, colaboración con el crimen organizado (el Cartel de Sinaloa) y falso testimonio ante las autoridades estadounidenses.

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domingo, 3 de enero de 2021

COVID’: en su último capítulo, Trump no pudo estar a la altura

The New York Times
Washington, EEUU

Era un cálido miércoles de verano, se acercaba el día de las elecciones y el presidente Donald Trump estaba más enojado que nunca por la incesante atención que se le prestaba a la pandemia del coronavirus.

“¡Ustedes me están matando! ¡Todo esto lo está haciendo! Tenemos todos los malditos casos”, le gritó Trump a Jared Kushner, su yerno y asesor sénior, durante una reunión de altos colaboradores en el Despacho Oval el 19 de agosto. “Quiero hacer lo que hace México. No les hacen pruebas sino hasta que llegan a urgencias y están vomitando”.

La estrategia de México para combatir el coronavirus en realidad no era la que Estados Unidos debía emular. Pero, desde hacía mucho tiempo, el mandatario no veía las pruebas como algo indispensable para rastrear y contener la pandemia, sino como un mecanismo para ponerlo en aprietos, ya que hacían que aumentara el número de casos confirmados.

Y ese día, estaba especialmente furioso después de que Francis S. Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, le informó que pasarían varios días antes de que el gobierno pudiera dar una autorización como tratamiento de emergencia al uso del plasma de personas convalecientes, algo que Trump estaba ansioso por presentar como una victoria personal en la Convención Nacional Republicana de la semana siguiente.

“¡Son los demócratas! ¡Ellos están en mi contra!”, afirmó, convencido de que los médicos y científicos principales del gobierno estaban conspirando para debilitarlo. “¡Quieren esperar!”.

Durante todo el verano y el otoño, en medio de la campaña para su reelección —que luego perdería—, frente a cada vez más pruebas sobre la existencia de un aumento de contagios y cuando la cantidad de decesos era mucho peor que en la primavera, su manejo de la crisis —vacilante, poco científico e influido por la política durante todo el año— en efecto se reducía a una sola pregunta: ¿qué significaría para él?

Según entrevistas con más de dos docenas de exfuncionarios y funcionarios actuales del gobierno y otras personas en contacto con la Casa Blanca, esta situación dio como resultado un fracaso doble. Trump no solo terminó contundentemente derrotado por Joe Biden, sino que perdió su oportunidad de demostrar que podía estar a la altura de las circunstancias en el último capítulo de su presidencia y cumplir con el desafío decisivo de su mandato.

Fueron en vano los intentos de sus colaboradores para convencerlo de que fomentara el uso del cubrebocas como una de las maneras más sencillas y eficaces para contener la propagación de la enfermedad porque estaba convencido de que su base política se rebelaría contra cualquier cosa que pareciera que restringía su libertad personal. Ni siquiera pudieron persuadirlo los datos de las encuestas de su propia campaña que afirmaban lo contrario.

Su exigencia explícita de tener una vacuna antes del día de las elecciones —una presión que llegó a un punto crítico a fines de septiembre en una polémica reunión con sus altos colaboradores en el área de la salud en el Despacho Oval— fue una decisión equivocada cuando más bien debió advertirle al país que el hecho de no respetar el distanciamiento social y otros esfuerzos de mitigación contribuiría a que este invierno se produjera una catástrofe de lenta propagación.

¿Cuál era su preocupación? Que el hombre al que llamaba Joe “el dormilón” Biden, quien lo estaba superando en las encuestas, se llevara el crédito por la vacuna y no él.

En agosto, los especialistas en salud pública del gobierno fueron acallados por la llegada de Scott W. Atlas, el profesor de Neuroradiología de la Universidad de Stanford que reclutaron después de sus presentaciones en Fox News.

Junto con Deborah L. Birx, coordinadora del equipo de trabajo de la Casa Blanca para combatir el coronavirus, quien perdía influencia y casi siempre estaba de gira, Atlas se convirtió en el único médico que Trump escuchaba. Sus teorías, algunas de las cuales, según los científicos, rayaban en lo descabellado, era justo lo que el presidente quería oír: el virus es algo exagerado, la cifra de fallecimientos está inflada, la realización de pruebas está sobrevalorada, los confinamientos son más perjudiciales que benéficos.

A medida que era más grande la brecha entre la política y la ciencia, se intensificaban las luchas internas que desde el principio Trump había permitido que afectaran la respuesta del gobierno. Las amenazas de despidos empeoraron el vacío de liderazgo, pues las figuras clave se desgastaron en peleas internas y se deslindaron de la responsabilidad.

El gobierno tuvo algunas cosas buenas a su favor. El programa para el desarrollo de vacunas de Trump, la Operación de Máxima Velocidad, había ayudado a impulsar un avance increíblemente rápido de la industria farmacéutica en el desarrollo de varios modelos prometedores. Para finales del año, se aprobarían dos vacunas muy eficaces para su uso de emergencia, lo que ofrecería una esperanza en el año 2021.

La Casa Blanca rechazó cualquier insinuación de que la respuesta del mandatario hubiera sido insuficiente y señaló que Trump se había esforzado en ofrecer la realización adecuada de pruebas, el equipo de protección y la capacidad hospitalaria, y que el programa de desarrollo de vacunas había tenido éxito en un tiempo récord.

“El presidente Trump ha encabezado la movilización más grande de los sectores público y privado desde la Segunda Guerra Mundial para vencer al coronavirus y salvar vidas”, afirmó Brian Morgenstern, vocero de la Casa Blanca.

Sin embargo, la falta de disposición de Trump para dejar de lado su egocentrismo político cuando todos los días estaban muriendo miles de estadounidenses o para adoptar las medidas necesarias a fin de enfrentar la crisis sigue desconcertando incluso a algunos funcionarios del gobierno. “Hacer que los cubrebocas fueran un asunto de guerra cultural fue lo más tonto que se podría imaginar”, señaló un antiguo asesor sénior.

Su propio encuentro con el COVID-19 a principios de octubre lo enfermó bastante y tuvo que recurrir a una atención médica y unos medicamentos que no estaban a disposición de la mayoría de los estadounidenses, entre ellos un tratamiento de anticuerpos monoclonales que todavía es experimental, y se dio cuenta de primera mano cómo afectó el virus a la Casa Blanca y a algunos de sus aliados cercanos.

Sin embargo, no vio esa experiencia como una oportunidad de aprendizaje o de empatía, sino como la ocasión de mostrarse como un superhombre que había vencido la enfermedad.

Semanas después de su recuperación, seguía quejándose acerca de la atención que el país le prestaba a la pandemia.

“Todo lo que oímos es COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID, COVID,” comentó Trump en un acto de campaña en el que pronunció once veces esa palabra.

Al final, no pudo librarse de ella.

‘Las bases se rebelarán’

Para fines de julio, los nuevos casos alcanzaban su nivel más alto y chocaban con el pronóstico que había hecho Trump en la primavera de que estaría bajo control, además, los decesos estaban aumentando a niveles alarmantes. Herman Cain, candidato republicano a la presidencia en 2012, murió de COVID-19. El mes anterior había asistido sin cubrebocas a un mitin de Trump.

Como la pandemia era lo que definía la campaña a pesar de los esfuerzos de Trump de que se enfocara en la ley y el orden, a la mitad del verano, Tony Fabrizio, el encuestador principal del mandatario, fue a una reunión en el Despacho Oval dispuesto a presentar un argumento sorprendente: que incluso los partidarios de Trump estaban de acuerdo con el uso de los cubrebocas.

Distribuidos frente al escritorio Resolute, los asesores de Trump escuchaban mientras Fabrizio presentaba las cifras. De acuerdo con su investigación, parte de la cual fue publicada por The Washington Post, los electores creían que la pandemia iba mal y que estaba empeorando, estaban más preocupados por no enfermarse que por el efecto del virus en su situación financiera personal, el nivel de aprobación del presidente en el manejo de la pandemia había llegado a nuevos niveles mínimos y un poco más de la mitad del país no creía que estuviera tomando la situación con la seriedad necesaria.

Pero lo que inició el debate ese día fue el hallazgo de Fabrizio de que más del 70 por ciento de los electores en los estados en los que se desarrollaba la campaña, incluyendo una mayoría de republicanos, apoyaban el uso obligatorio del cubrebocas en lugares públicos, por lo menos en lugares cerrados.

Kushner, quien, junto con Hope Hicks, otra importante asesora, durante meses había tratado de convencer a Trump de que las mascarillas podrían mostrarse como la clave para volver a tener la libertad de ir a un restaurante o a un evento deportivo sin correr riesgos, afirmó que adoptar el uso de cubrebocas era algo que no representaba ningún problema.

No obstante, Mark Meadows, el jefe de gabinete de la Casa Blanca —respaldado por otros colaboradores, entre ellos Stephen Miller— señaló que esa política sería catastrófica para Trump.

“Las bases se rebelarán”, afirmó Meadows, y añadió que no estaba seguro de que, en cualquier caso, Trump la pudiera aplicar legalmente.

Eso era todo lo que el presidente necesitaba oír. “No ordenaré el uso obligatorio de cubrebocas”, concluyó.

Trump nunca aceptó la idea de que era el responsable de poner el ejemplo, y mucho menos de que su papel como líder podía requerir que reconociera de manera pública crudas realidades sobre el virus, o al menos que dejara de insistir en que realmente no estaban aumentando los contagios, sino que se estaban haciendo demasiadas pruebas.

Este otoño, Alex Azar, secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, le mostró al presidente un estudio realizado en Japón que documentaba la eficacia de los cubrebocas y le dijo: “Tenemos la prueba. Los cubrebocas funcionan”. Pero el mandatario opuso resistencia, reprendió a Kushner por promoverlos y volvió a culpar de sus problemas al hecho de que se hicieran demasiadas pruebas (un área que Kushner había estado ayudando a supervisar).

Divisiones y desacuerdos

Desde los primeros días de la pandemia, se tomó la decisión de gestionar la respuesta del gobierno fuera del Ala Oeste. La idea era romper las barreras entre los organismos disímiles, reunir la experiencia y los conocimientos en salud pública y fomentar una toma de decisiones rápida y coordinada.

Eso no resultó de esa manera y, para el otoño, las consecuencias eran evidentes.

Trump siempre había tolerado, si no es que alentado, los enfrentamientos entre sus subordinados, una tendencia que en este caso solo generaba una parálisis política, confusión acerca de quién estaba a cargo y la ausencia de un mensaje claro y congruente sobre cómo reducir los riesgos de la pandemia.

Otra característica de Trump es mantener el poder de toma de decisiones cerca de él pero, en este caso, también aumentó el sinfín de opciones a las que se enfrentaba el gobierno a nivel presidencial, lo que empantanaba el proceso en luchas internas, aumentaba los riesgos políticos y alentaba a los colaboradores a contender para ganar el favor del mandatario.

En ocasiones, el resultado fue el fracaso de todo el sistema, lo que llegó mucho más allá del presidente.

La relación entre Azar y Stephen M. Hahn, el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos, se hacía cada vez más tensa; para principios de noviembre, ya solo se comunicaban por mensajes de texto y en las reuniones.

Birx había perdido la influencia de la que gozaba al inicio de la crisis y estuvo de gira gran parte del verano y del otoño para asesorar a los gobernadores y a las autoridades estatales de salud.

Meadows estaba en desacuerdo con casi todos al tratar de imponerles la voluntad del presidente a los científicos y a los profesionales en salud pública.

Algunos de los médicos del equipo de trabajo, entre ellos Anthony Fauci y Robert R. Redfield, no querían presentarse en persona en la Casa Blanca por su preocupación de que el rechazo al uso de cubrebocas y al distanciamiento social ahí representara un riesgo de contagio para ellos.

El vicepresidente Mike Pence fue nombrado para encargarse del equipo de trabajo, pero tenía tanto cuidado de no entrar en conflicto con Trump mientras buscaban la reelección, que casi se volvió invisible, al menos en público.

Los debates dentro de la Casa Blanca giraban cada vez más en torno a Atlas, quien no tenía una formación formal en enfermedades infecciosas pero cuyas opiniones —que Trump vio en Fox News— concordaban con la convicción del mandatario de que la crisis se había exagerado.

Azar había dejado de tomar decisiones fundamentales desde febrero, cuando Pence se hizo cargo del equipo de trabajo. Azar se quejaba con sus compañeros de que el personal de Pence y los miembros del equipo de trabajo no lo tomaban en cuenta para darles órdenes a sus propios subordinados.

Sin estar seguro de su situación laboral, Azar encontró una oportunidad que le brindó una especie de rescate y, durante el verano y el otoño, concentró su atención en la Operación de Máxima Velocidad, la iniciativa del gobierno para impulsar el rápido desarrollo de una vacuna, lo que le valió elogios a Trump y le dio crédito por casi cualquier avance.

Si hubo algún ganador burocrático en este encuentro de lucha libre en el Ala Oeste, ese fue Atlas.

Atlas le dijo a Trump que la manera correcta de evaluar lo que hacía el virus era ver la cantidad de “muertes adicionales” a las que se hubieran esperado sin la pandemia.

Trump adoptó esa idea y con frecuencia les decía a sus colaboradores que la cifra real de muertos no rebasaba las 10.000 personas.

Hasta este jueves, habían fallecido 342,577 estadounidenses como resultado de la pandemia.

 

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