Santo Domingo.- Eran las 12:34 a.m. del martes, 8 de abril, cuando el merenguero Rubby Pérez, ícono de la música tropical, tocaba su sabrosa música en el escenario del Jet Set, una de las discotecas más emblemáticas de Santo Domingo.
El público, compuesto por empresarios, políticos, artistas y amantes de la fiesta, coreaba y bailaba sus éxitos. Nadie imaginaba que, en cuestión de segundo, el techo del recinto colapsaría, sepultando sueños, vidas y alegrías bajo toneladas de concreto y acero.
El estruendo fue descrito por testigos como «un trueno apocalíptico». Luis Graveley, uno de los sobrevivientes, relató: «Ruby Pérez estaba hablando, cayeron unos escombros pequeños y, en segundos, todo se vino abajo.
La presión del techo nos aplastó». En cuestión de minutos, el Jet Set —sinónimo de lujo y diversión— se transformó en una terrorífica tumba colectiva, en la cual, hasta la medianoche, rondaban los 80 muertos.
Rubby Pérez: entre la esperanza y la tragedia
Las primeras horas fueron caóticas. Medios y redes sociales difundieron que Rubby estaba a salvo, pero su hija desmintió la información: «Mi padre sigue bajo los escombros», declaró entre lágrimas. Su hermano, Micaías Pérez, pidió un milagro: «Llevamos 14 horas sin encontrarlo. Solo Dios puede salvarlo».
La esperanza se esfumó al caer la tarde. El artista, de 66 años, fue hallado sin vida. Su muerte simbolizó la magnitud de la tragedia: ni el ídolo escapó al destino que cobró múltiples vidas, entre ellas las de la gobernadora de Montecristi, Nelsy Cruz, hermana del expelotero Nelson Cruz; los exbeisbolistas Octavio Dotel y Tony Blanco; el destacado diseñador dominicano de fama internacional, Martín Polanco, y rescatado con vida pero fallecido en la ambulancia.
En duelo las familias Grullón y Estrella
La lista de víctimas reflejó la presencia de dos destacadas familias dominicanas.
Miembros de la familia Grullón, propietarios del Banco Popular, resultaron afectados por la tragedia ocurrida en Jet Set.
La tragedia sucedió cuando estaban celebrando el cumpleaños de Johanna de Grullón, esposa del señor Eduardo Grullón.
En la fiesta, también estaban Alexandra Grullón, hija de la señora Melba Segura de Grullón, y su esposo Eduardo Estrella, hijo del ministro de Obras Públicas, del mismo nombre.
El presidente Luis Abinader, visiblemente afectado, abrazó al funcionario en el lugar.
Operativo de rescate: heroísmo y desesperación
El Jet Set, frecuentado por la élite capitalina, había sobrevivido a un incendio en 2023. Ahora, su estructura —cuya seguridad será investigada— se convirtió en un símbolo de fragilidad.
Más de 22 instituciones trabajaron sin descanso. Equipos caninos, maquinaria pesada y rescatistas removieron escombros bajo la mirada angustiada de familiares. En una morgue improvisada, los cadáveres fueron etiquetados con números. El Instituto Forense (Inacif) identificó 32 cuerpos, entre ellos el del exbeisbolista Tony Blanco.
El ministro de Salud, Víctor Atallah, habilitó 90 camas adicionales y desplegó equipos de salud mental. La línea *462 se saturó de llamadas.
Las declaraciones que no alivian el dolor
Antonio Espaillat, representante del Jet Set, ofreció un comunicado lleno de condolencias: «Colaboramos con las autoridades. Estamos con las familias».
La discoteca designó a la comunicadora María Elena Núñez como vocera, mientras las preguntas sobre responsabilidades quedaron en el aire, por ahora.
Abinader decretó tres días de duelo nacional y ordenó izar la bandera a media asta. «Estamos profundamente afectados», dijo, con la voz quebrada. Mientras, el Ministerio de Obras Públicas prometió una investigación exhaustiva.
El país que despertó viviendo una pesadilla
En redes sociales, el caos informativo empeoró la angustia.
El expelotero David Ortiz aclaró que no estaba en el lugar; la presentadora Elianta Quintero confirmó que estaba fuera de peligro, a pesar de sufrir heridas. El Colegio Médico Dominicano y la Embajada de EE.UU. se sumaron al apoyo.
Pero nada mitigó el dolor en la avenida Independencia, donde aún se escuchaban gritos de «¡Aquí hay alguien!» entre los hierros retorcidos. La noche del merengue terminó en silencio, roto solo por el llanto de quienes esperaban noticias imposibles.
Una tragedia que interroga
El Jet Set no fue solo un derrumbe físico, ha sido un colapso emocional.
Mientras Santo Domingo entierra a sus muertos, las preguntas persisten: ¿Qué pasó? ¿Cuántas vidas más se perderán? ¿Hay más muertos debajo de los escombros?
La crónica de esta noche oscura aún no termina de escribirse. Pero hoy, República Dominicana llora. Y también exige respuestas.
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