El disparo de hoy no es a quemarropa. Estoy de fiesta. Han concluido quince jornadas del programa de pasantía del Listín “Periodistas por un año”.
Y viene a tono inclinar mi frente ante doscientos nueve jóvenes de todas las universidades dominicanas que Listín Diario formó en la Era de Miguel Franjul.
Siempre le tendré que agradecer al periodista Cherny Reyes el haberme involucrado, desde el primer momento, en el programa.
Corría el año 2006 y el talentoso joven, quien laboraba entonces en el Listín, junto a sus respetos, me invitó como jurado de la primera versión del proyecto, labor que realizaría junto a él y la profesora de la UASD, Wanda Ramírez.
Como siempre he trabajado con jóvenes dominicanos, acepté. Revisamos la documentación enviada y al final elegimos a los diez más preparados para integrar el primer programa.
Todos ellos hoy son profesionales y ciudadanos exitosos. Algunos ejercen la profesión fuera del país y otros han arrasado con los premios y concursos nacionales convocados para la prensa escrita.
Como peculiaridad de aquel primer grupo, uno de sus integrantes, asignado a la sección Ventana, informó un cambio de carrera porque, según sus palabras “aquello no era lo suyo”. Hoy visita el matutino donde tiene buenos amigos.
Para el segundo grupo, Reyes, antes de marcharse del Listín, me propuso como coordinador. Seguí su experiencia y durante los primeros años se integró un jurado externo. Para el segundo grupo recibimos centenares de soliciutdes. Al final se conformó un equipo de 18 pasantes, incluyendo la categoría de “Periodista Sustituto”, la cual duró pocos meses. Fueron 18 en total.
Las características de aquellos primeros grupos fue la disciplina, el respeto y la entrega al trabajo. Y también por supuesto, la rebeldía juvenil contra ciertas decisiones institucionales no propias para jóvenes. Los editores no los considerábamos pasantes, sino periodistas de tú a tú. Ellos crearon nombres de rigor en la prensa nacional.
Aquellas primeras hornadas no tenían un salario fijo: Cobraban por publicación con tarifas desde un cuarto de página hasta una completa. Regía entonces el periodismo impreso. A partir de ese segundo año el programa fue todo un programa que incluía viajes los fines de semana para conocer el país, sus necesidades y costumbres. Los jóvenes entrevistaban a líderes comunitarios, empresarios regionales y recorrían obras de desarrollo social. También se inauguró el Cine Forum todos los jueves al mediodía con filmes de tema periodístico. Todos años el evento se iniciaba con la obra “Tinta Roja” del peruano Paco Lombardi”, sobre las experiencias de dos pasantes en un diario sensacionalista de Lima. Otra iniciativa fue visitar distintos espacios de desarrollo en la capital y sus alrededores, organismos de defensa, asociaciones independientes y entidades vinculadas al quehacer cultural. La embajada de los Estados Unidos distinguió el programa por algunos años gracias a la visión de Nani Martínez, primero, y Gladjoire Rodríguez, después. Ellas lograron que los diplomáticos norteños abrieran sus puertas a esas primeras generaciones interesadas en ampliar sus horizontes culturales y formarse fuera del país.
Para las jornadas fuera de la ciudad, la Dirección del Listín asignaba una pequeña “voladora” de doce pasajeros que casi siempre iba repleta. En esos viajes estaba prohibido el alcohol y esa costumbre solo se rompió en ocasión de Décimo Aniversario del programa cuando el inolvidable José Miguel Germán, en coordinación la empresa “La Famosa”, organizó un homenaje a todos los pasantes en el Country Club de Baní.
La entonces embajada de Taiwán en la República Dominicana apoyó estos proyectos. La sede diplomática oriental velaba por el desarrollo de estas promociones y aportaba transportes, contactos, visitas a empresas, felicitaciones por el Día del Periodista y filmes para los Cine Forum.
También el capítulo de la Fundación Tzu Chi de Taiwán, radicado en el país, organizó encuentros con los pasantes, los invitó a sus reuniones y aniversarios y no escatimó recursos para que vistaran y aportaran jornadas voluntarias a la escuela primaria Tzu Chi en Villa Hermosa, La Romana, creada por la Gran Maestra Chen Yen, donde donaron una bilbioteca escolar.
No he referido nombres de pasantes porque los amo a todos por igual. Hoy ellos forman parte de la memoria histórica del Listín y me escriben y me llaman y los encuentro en la calle y dejan lo que hacen para saludarme como si fuera un “famoso”. Al menos, para ellos, lo soy.
Aunque solo he mencionado los dos primeros grupos, la presente crónica refiere experiencias generales hasta 2010.
En esos años, por defenderlos, no puedo ocultar ciertos encontronazos con algunos ejecutivos de menor escala dentro de la empresa. Siempre he defendido a los pasantes, por delante y por detrás. Por suerte, el Director Miguel Franjul ha apoyado mi trabajo. Muchas becas internacionales se han logrado gracias a los contactos del director con las entonces autoridades del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.
Las muchachas siemore van en mayoría debido a la alta matrícula universitaria. Compartir sus mundos ha sido la mayor experiencia de mi vida. Me obligaron a superarme a mí mismo.
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