Bruselas, 30 dic (EFE).- El euro, la divisa comunitaria, cumple este 1
de enero 15 años en los bolsillos de millones de europeos, un
aniversario agridulce pues al tiempo que se recupera la economía europea
la divisa vive horas bajas en su cambio con el dólar.
El euro, que en los primeros años permitía a los europeos viajar a
EE.UU. con una moneda ventajosa, ahora se aproxima a la paridad con el
billete verde, que el pasado día 15 cayó a su nivel más bajo de los
últimos 14 años (1,0397 dólares por euro).
Según los expertos, detrás de esa depreciación del euro estuvo el
anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos de elevar los tipos de
interés en 25 puntos básicos, hasta un rango entre el 0,5 y el 0,75 %.
Quince años después de su puesta en circulación real, y dejados atrás
conceptos como "troika" y "rescate", el euro se enfrenta ahora a
fantasmas como el "brexit" y las nuevas relaciones de incierta
cooperación económica entre Bruselas y Washington, tras la elección de
Donald Trump.
La historia del euro empieza con el diseño del proyecto, con el
Tratado de Maastricht (1992), que establecía que los quisieran unirse al
club monetario deberían cumplir dos claros objetivos: que el déficit
nacional no supere el 3 % del PIB ni la deuda el 60 % de la riqueza del
país.
Para su vigilancia se firmó cinco años más tarde el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento, base de las revisiones presupuestarias y las
recomendaciones en materia fiscal a los países miembros.
En 1998 llegó el Banco Central Europeo y se estableció un tipo de cambio fijo de las monedas que desaparecían con el euro.
Aunque los ciudadanos todavía tardarían 3 años en conseguir tocar
físicamente la nueva divisa, en 1999 empieza a ser una realidad el euro
como unidad monetaria en Bélgica, Alemania, Irlanda, España, Francia,
Italia, Luxemburgo, Holanda, Austria, Portugal y Finlandia.
En 2001 se aceptó a Grecia, que previamente había sido rechazada y,
diez años después, sería epicentro de la peor crisis existencial de la
moneda.
A partir del 1 de enero de 2002, 300 millones de ciudadanos en 12
países de la Unión Europea convierten verdaderamente al euro en moneda
real.
Solo un año más tarde Alemania y Francia rompieron el pacto de estabilidad, norma que quedó en suspenso.
Fue sin embargo en 2007 cuando el euro se tambaleó por primera vez
por culpa de una crisis que arrancó en EE.UU., la de las hipotecas
basura, y que viajó a Europa convertida en crisis de deuda soberana.
La palabra "rescate" pasó a hacerse tristemente popular en las
reuniones del Eurogrupo, los encuentros mensuales de los titulares de
Finanzas del club de la divisa única.
En 2010, Grecia es el primer país que pidió un buque de salvamento,
de 110.000 millones de euros, cuya gestión se confió a la llamada
troika, formada por la Comisión Europea, el BCE y el Fondo Monetario
Internacional.
Siguieron en la petición de rescate Irlanda, Portugal y Chipre. España recibió igualmente una línea de crédito bancaria.
El peor año para el euro fue 2012, con el segundo rescate para
Grecia, que tres años más tarde, tras la llegada al poder del primer
ministro Alexis Tsipras (Syriza), casi se convirtió en el primer socio
del euro en abandonar el club.
El "grexit", sumado al toque de atención que significaron los
resultados de las elecciones europeas de 2014, con el ascenso del
euroescepticismo a izquierda y derecha, se convirtieron en punto de
inflexión para que los socios de la eurozona se comprometieran a seguir
apuntalando la integración económica de cara a evitar futuros sustos.
Los Gobiernos de países con moneda única se han mostrado convencidos
que la unión monetaria no puede sobrevivir sin una verdadera unión
bancaria. Pese a los avances en camino, ese proyecto sigue inconcluso a
falta de un fondo común de garantía de depósitos, la creación de un
Tesoro comunitario, así como un ministro europeo de Finanzas y un seguro
común de desempleo.
La división entre ciudadanos de países acreedores y deudores creada
en torno al euro y los rescates y exacerbada por las fuerzas eurófobas
benefició en gran medida a los partidarios del "Brexit", uno de los
mayores retos que enfrenta la moneda.
Las plazas financieras mundiales, incluido Wall Street, han puesto el
grito en el cielo con el resultado del referéndum británico y temen las
consecuencias financieras de una salida de Londres de la Unión Europea
no solo para la isla sino para el resto de socios europeos.
Aunque Reino Unido no ha adoptado el euro, sí es la City el mayor centro financiero de la zona euro.
Asimismo, la vuelta al proteccionismo acérrimo de Donald Trump y su
querencia por el petróleo -que hará aumentar el billete verde para
presionar a un euro que lucha por mantener cierta recuperación- no
parece que vayan a allanar precisamente el camino de la divisa
comunitaria hacia su mayoría de edad. EFE
Por Lara Malvesí
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