SANTO DOMINGO.- La venta sin ningún control de todo tipo de alimentos cocidos, frutas y jugos en las calles del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, parece estar en aumento, debido a la creciente población urbana móvil, al desempleo, y sobre todo, a la falta de controles sanitarios y de uso de los espacios públicos.
Freír o cocinar alimentos comunes es algo que no necesita de ningún entrenamiento especial. Para poner un lugar en donde se venda comida o desayuno la inversión es mínima ya que todo el mundo tiene calderos, estufas y pequeños tanques de gas, después de eso es comprar los alimentos, cocinarlos y ofertarlos, ese es el negocio. Por estas razones es tan fácil ganarse la vida de esta manera.
La mayoría de los puestos de ventas de alimentos y frutas son móviles y se colocan en cualquier lugar sin importar si es en plena calle, acera, parque, área verde o solar baldío.
Pequeñas guaguas de las llamadas plataneras, carretillas y hasta baúles de carros son habilitados para vender comidas en sitios específicos, como las construcciones y alrededores de oficinas gubernamentales, escuelas y universidades.
Ahora con la agravante de que muchos de esos negocios están en manos de haitianos y venezolanos indocumentados.
Comidas por doquier
Son cuatro los factores básicos que se combinan para el aumento de esta nueva forma de hacer negocio con las ventas de alimentos, que incluyen plato del día de la comida criolla, empanadas rápidas en nuestras calles.
El crecimiento demográfico, la necesidad de la gente de alimentarse en las calles a bajos precios y la falta de controles de las autoridades sobre este tipo de negocio es la principal motivación para su proliferación.
El crecimiento demográfico combinado con el aumento de industrias, fábricas, o cualquier centros de trabajo, así también como el incremento de universidades, centros de estudios, hospitales y clínicas requieren cada día de una manera ágil y rápida para que sus empleados y clientes consigan alimentos.
“Yo no tengo empleo. Mi mujer cocina todos los días en mi casa, yo meto todo eso en recipientes higiénicos los monto en el carro y los vendo aquí”, expresó Juan Antonio, quien vende desde el baúl de su Toyota Corolla, en los alrededores de la Feria.
Para los seres humanos es obligatorio comer y consumir líquido diariamente para obtener la energía necesaria para poder trabajar, estudiar, o simplemente para poder vivir.
Todos los procesos que tienen lugar dentro del organismo requieren energía, que sin ella no podríamos tener un funcionamiento y rendimiento en ninguna de las actividades diarias que realizamos. Esto no quiere decir que lo que comemos en las calles sea saludable o no.
Por otra parte, el desempleo que también se incrementa a diario creando innumerables vendedores callejeros que ven una oportunidad de negocio en un público cautivo que no gana lo suficiente para desayunar en una cafetería de primera o comer en un restaurante de tercera o cuarta categoría y que demanda alimentos baratos y apropiados en los lugares cercanos a su centro de trabajo.
Aunque quizás el factor más preocupante a la hora de la masificación de las ventas de alimentos en las calles, es la no reglamentación de este oficio por parte del Ministerio de Salud Pública y de los ayuntamientos. La gran mayoría de estos vendedores por lo regular no se toman la delicadeza de tomar medidas adecuadas de higiene, al fin y al cabo “el fuego mata todo”, según ellos.
Desayuno
El desayuno es posiblemente la comida más importante y popular para empleados, estudiantes y trabajadores informales en nuestra geografía. Los yaniqueques o empanadas rellenas posiblemente sea el alimento que tenga más lugares de expendio y por eso sea el más vendido en horas de la mañana. Son pocas las esquinas o frente de colmados que no tengan a un hombre o mujer vendiendo empanadas.
El salami, jamoneta, longaniza y espaguetis con fritos verdes son otros de los productos más solicitados a primera hora. Víveres (yuca, batata, plátanos y guineítos) hervidos con arenque o bacalao, leche con café, panes con jamón, queso y tomate, huevos “burger”, platos de frutas y arepas dulces y con sal entre otros son también de los alimentos que se venden diariamente.
Al mediodía
La venta informal de comida se ha vuelto tan popular en el país, que ya en plenas aceras o cualquier galería, sala o marquesina se convierte en un lugar para la venta del tan solicitado plato del día.
“Yo por lo regular me desayuno con 50 pesos. Un día compro 15 pesos de espaguetis y 10 de frito y un jugo y con eso resuelvo. Otro día puedo comprar jamoneta con fritos y un jugo”, según Francisco Sepúlveda, empleado de un taller.
“A las 12 compro un servicio que cuesta 125, aunque los lunes como es sancocho cuesta 150 pesos. Los días que estoy muy flojo me como una conconada (concón con habichuela y salsa de carnes) que cuesta 70 pesos”, agregó el mecánico.
Culturalmente, las 12 del mediodía es la hora señalada para que el dominicano se siente en la mesa a comer la “bandera” (arroz blanco, carne de pollo, habichuelas guisadas y ensalada verde).
Otras opciones son moro de habichuelas negras con carnes de res o cerdo.
Son las comidas que se pueden obtener como plato del día a un precio de entre 90 y 125 pesos diarios. Mujeres desempleadas o pensionadas han puesto en sus casas estos pequeños negocios que le ayudan a mantener sus hogares.
Antecedentes
Hace siete años en el 2009 el Ministerio de Salud Pública y el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) se comprometieron a mantener una vigilancia en procura de garantizar la limpieza y el orden en los puestos de alimentos que se venden en las calles del Distrito Nacional.
Para ese entonces, un levantamiento iniciado por la alcaldía había registrado en una lista a más de 2,500 vendedores ambulantes, ubicados en sus inmediaciones, pero solamente en Santo Domingo se estimaba que habían cerca de 5,000 vendedores de alimentos, frutas, tarjetas, frituras y otros productos. Hoy en día se estima a simple vista que esta cantidad podría duplicarse.
El ministro de salud y el alcalde del Distrito Nacional de esa época, Bautista Rojas Gómez y Roberto Salcedo, respectivamente, expresaron que para poder vender alimentos en las calles sería necesario tener un permiso de la cartera sanitaria y un papel de buena conducta.
Además, se exigiría que los comerciantes informales usaran delantales y constancia autorizada de Salud Pública. Como muchas cosas aquí, solo fueron palabras.
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