Con esta declaración de intenciones se han celebrado los actos por el aniversario del lanzamiento de la bomba atómica de Nagasaki que el 9 de agosto de 1945, a las 11:02, destruyó el 80% de los edificios de la ciudad, incluyendo su famosa catedral Urakami, a 500 metros del punto de impacto.
En este mismo lugar, siete décadas después, la población de la ciudad ha guardado un minuto de silencio mientras las sirenas y las campanas han sonado han inundado este enclave que fue punto clave en el comercio de Japón con el exterior y que alberga una importante comunidad cristiana.
Tras este momento de duelo, el artista nipón Kazuyoshi Sakai ha deconstruido la Urakami que se volvió a levantar tras la guerra gracias a la tecnología y la técnica del mapping y ha mostrado animaciones sobre su fachada para señalar la inexistencia de un memorial como el que sí existe en Hiroshima. “Reproducimos los efectos de la bomba atómica para mostrarle el horror que supone a las generaciones más jóvenes”, ha dicho el artista de 30 años.
Además, el Parque de la Paz de la ciudad se ha decorado con cientos de linternas de papel para recordar la catástrofe.


El mal tiempo maldijo a Nagasaki
Apodada “Fat Man”, la bomba de plutonio que destruyó Nagasaki fue concebida originalmente para ser lanzada sobre la ciudad de Kokura, al norte de Nagasaki, donde había una fábrica de armas de gran tamaño. Sin embargo las condiciones climáticas adversas obligaron al bombardero estadounidense B-29 a cambiar de rumbo.Tres días antes, la primera bomba atómica, “Little Boy”, dejó 140.000 muertos en Hiroshima. La suma de ambos ataques precipitó la rendición japonesa 15 de agosto 1945, que fue pronunciada ante los micrófonos de radio por el emperador Hirohito, y el final de la Segunda Guerra Mundial.
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