El agente londinense del artista, Steve Kenis,
confirmó a Efe por teléfono que Sharif murió esta tarde en un hospital
de la capital egipcia.
Sufría la enfermedad de Alzheimer, lo que le alejó
de la vida pública en los últimos tiempos, y, al parecer, el
fallecimiento de su exmujer y gran amor de su vida, la actriz egipcia
Faten Hamama, en enero pasado, deterioró aún más su estado de salud.
El deceso se produjo en un hospital del barrio
cairota de Heluán, donde llevaba ingresado casi un mes, después de que
se negara a ingerir alimento, según explicó al diario estatal Al Ahram
el arqueólogo egipcio y exministro de Antigüedades Zahi Hawas, amigo
íntimo de Sharif.
Ya en mayo de 1994 el actor sufrió un ataque cardíaco en la costa azul francesa, por lo que tuvo que ser hospitalizado.
Desde que su nieto Omar Sharif Jr. publicara hoy
en Facebook una fotografía acompañada de una frase que apuntaban al
fallecimiento del intérprete, las redes sociales se llenaron de muestras
de cariño y respeto.
El ministro egipcio de Cultura, Abdelwaheb al
Nabaui, aseguró en un comunicado que la muerte de Sharif es "un duro
golpe" para el séptimo arte egipcio e internacional.
Fue "una de las personas más famosas del arte
egipcio" y estuvo en las pantallas desde mediados del siglo XX "para
enriquecer al cine árabe", subrayó.
Nacido en 1932 en la ciudad de Alejandría, durante
muchos años estuvo viviendo en el extranjero, entre Francia, Italia y
Estados Unidos, pero la última etapa de su vida la pasó en su país
natal.
No era raro verle hace cinco o seis años tomando
una copa en alguno de los restaurante de su familia en El Cairo o
presentando un festival de cine u otros eventos culturales, en los que
siempre se mostraba muy cercano con la gente.
En una entrevista con Efe en El Cairo en 2007,
Sharif aseguró no tener ni país ni casa: "Siempre vivo en hoteles y como
en los restaurantes. Cuando eres un viejo solo como yo, da miedo vivir
en una casa vacía. Al menos en los hoteles hay un bar y puedes charlar
con alguien".
Una vida inusual e intensa, marcada por su afición
a las mujeres, a la bebida y al bridge, juego en el que perdió inmensa
fortuna y le colocó al borde de la ruina.
Estas pasiones también pusieron en riesgo su
carrera, que comenzó de la mano del también fallecido y destacado
director egipcio Yusef Chahine, al que conoció cuando estudiaba
interpretación en Londres en la Royal Academy of Dramatic Art.
Chahine le dio un papel protagonista en "Sera fil
Wadi" (1954), película con la que debutó en el Festival de Cannes de
1955 y en la que conoció a Hamama, con la que tuvo a su único hijo,
Tarek.
El rodaje de una veintena de películas le hizo
alcanzar la fama en Egipto y le ayudó a que el director David Lean lo
eligiera cuando buscaba actores árabes para "Lawrence of Arabia" (1962).
Su papel del líder árabe Sherif Ali ibn el Kharish
en esta cinta y el del doctor Yuri Andreyevich Zhivago, que interpretó
tres años después en "Doctor Zhivago", también de Lean, le catapultaron
al estrellato mundial.
Su única candidatura al Oscar, como Mejor Actor
Secundario, fue en 1963 por "Lawrence of Arabia", que le valió además un
Globo de Oro, premio que también obtuvo con "Doctor Zhivago".
Otras de sus actuaciones más notables fueron en
obras como "La caída del imperio romano" (1964), de Anthony Mann, "La
noche de los generales" (1967), de Anatole Litvak; "El último valle"
(1970), de James Clavell; y "La semilla del Tamarindo" (1974).
Uno de sus últimos trabajos internacionales de
renombre fue el filme "El señor Ibrahim y las flores del Corán", papel
por el que logró el premio Cesar al Mejor Actor de la academia francesa.
Después de interpretar a príncipes, guerrilleros
"y todos los papeles imaginables", como él mismo dijo a Efe, y ser el
galán árabe de Hollywood, Sharif ya estaba resignado a los "papeles de
viejos" en el ocaso de su vida. EFE
Por Marina Villén
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