Madrid.- El McKinsey Global Institute considera que Europa puede irrumpir como el gran beneficiado de los aranceles y sumar unos 200.000 millones de dólares con nuevas exportaciones a Estados Unidos o China, sobre todo como consecuencia de las tensiones geopolíticas entre ambos países.
El estudio ‘The great trade rearrangement’ (‘El gran reajuste del comercio’) subraya que Europa emerge como punto de apoyo en este reajuste comercial provocado por la administración estadounidense, precisamente cuando el miércoles próximo acaban los 90 días de prórroga arancelaria dados por Donald Trump.
El informe asegura que este reajuste genera un nuevo marco que deja a los países afectados, entre ellos Estados Unidos, con cuatro alternativas: reducir el consumo (al aminorar importaciones), sustituir un producto importado por otro similar, impulsar la producción interna o reorganizar las cadenas de suministro.
«Mientras las barreras entre EE.UU. y China sigan siendo las más altas, se producirá un descenso en exportaciones mutuo que provocará que otros países, de repente, se conviertan en exportadores más atractivos para EE.UU.», explica a EFE la directora de McKinsey Global Institute y socia sénior de la firma, Olivia White.
Esto ocurrirá incluso si existen aranceles recíprocos entre Europa y Estados Unidos. Para refrendarlo, insiste en que, mientras los envíos globales hacia Estados Unidos aumentaron un 30 % desde 2018, las exportaciones chinas a EE.UU. disminuyeron un 20 %, con 100.000 millones de dólares menos.
«EE.UU. está comprando, y está comprando más, pero de otros países», resalta White. En 2023, asegura, importó desde China bienes por valor de 440.000 millones de dólares, mientras que exportó por valor de 1,7 billones de dólares al resto del mundo.
En ese sentido, sostiene que Estados Unidos, ante este nuevo ‘reajuste’ comercial, podría aprovechar bienes que de otra manera hubiera exportado por valor de 180.000 millones de dólares para consumo propio, antes de buscar alternativas en el extranjero.
A pesar de ello, White defiende que otros países pueden salir como ‘ganadores’ de estos aranceles, como ocurrió a Tailandia y Vietnam a raíz de las primeras medidas contra China por parte de Trump durante su primer mandato.
La oportunidad de Latinoamérica
El estudio reivindica que la alternativa estadounidense puede ser la de potenciar las capacidades de fabricación estadounidense y reconstruir las inactivas, como las de los chips, fabricados en Taiwán pese al dominio en el diseño por parte de Nvidia o AMD.
Sin embargo, ese cambio para impulsar la industria estadounidense «lleva tiempo, dinero y tecnología» y, al menos en el caso de Estados Unidos, donde los salarios son altos, puede no ser económicamente viable en algunos sectores, refiere el informe.
Por eso, las exportaciones a Estados Unidos de hasta 70 países podrían aumentar en más del 10 %, entre ellos los principales países europeos, pero también los latinoamericanos, que podrían ser otros de los grandes favorecidos.
Según White, esta nueva situación debería «barajar un poco» el orden comercial actual. Ante esta situación, los países latinoamericanos podrían incrementar su competitividad y competir por precio y producto con quienes, otrora, habían liderado los envíos a Estados Unidos.
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