La “escama de nieve” sigue haciendo estragos en los ejemplares del Gran Santo Domingo.
Ahora son las cicas (Cycas revoluta) de la Plaza de la Cultura las que se mueren poco a poco infestadas con este insecto (Aulacaspis yasumatsui) que ataca el envés de las hojas y absorbe la savia hasta secar la planta.
Este diminuto animalito del orden de las Hemiptera, originario del sudeste asiático, está presente en todos los individuos ubicados en la hilera izquierda del Teatro Nacional, las jardineras del frente del Museo de Arte Moderno y las recién plantadas en el interior del Museo de Historia y Geografía.
Los individuos enfermos se pueden descartar o sustituir, claro. ¿Cuál es, entonces, el problema? Como ya explicó años atrás el biólogo botánico Milcíades Mejía, el temor a la plaga se debe a que podría propagarse y afectar a la guáyiga (Zamia debilis), especie nativa en peligro de extinción relacionada con las cicadáceas.
AMENAZA Y ALERTA
En marzo de 2018, cuando publicó el artículo, Mejía recomendó a los ministerios de Medio Ambiente y de Agricultura tomar medidas para evitar, sobre todo, que la plaga se extienda por la llanura costera y alcance el Parque Nacional del Este (Cotubanamá) y las islas Saona y Catalina.
El exdirector del Jardín Botánico Nacional y expresidente de la Academia de Ciencias de la República Dominicana advertía entonces que, de llegar a este lado de la geografía y causar la desaparición o disminución de las poblaciones de guáyiga, “podría tener efectos catastróficos en la estabilidad en este singular ecosistema costero marino de la República Dominicana”.
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