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sábado, 27 de noviembre de 2021

Amistades que se forjan en la vigilia hospitalaria

Helenny Amparo
Santo Domingo, RD

 En las afueras como en el in­terior de las áreas habilita­das, en los dis­tintos hospitales del país, pa­ra tratar pacientes afectados por covid-19 se han tejido cientos de historias sobre los contenes calientes y las ca­millas de urgencias que han ocupado familiares y conta­giados, respectivamente.

Algunos relatos son de pérdidas y otros, por el con­trario, de ganancias, como es el caso de Gumersinda Rincón y Juana Vizcaíno, dos mujeres que entre las horas de espera por los diag­nósticos diarios de sus alle­gados han construido una amistad.

Gumersinda fue la prime­ra en llegar a la unidad de Co­vid del Hospital Docente Dr. Francisco E. Moscoso Puello buscando un cupo para su es­poso Virgilio Castillo que a pe­sar de resultar negativo a tres pruebas rápidas presentaba síntomas de la enfermedad.

“El se daba golpes en el pe­cho y yo veía al viejito así. Era que él no podía respirar”, con­tó Gumersinda, quien ya tie­ne 52 años de matrimonio.

Desde el municipio de Guerra, la mujer llegó el vier­nes al referido centro médico, y desde entonces viaja diaria­mente para estar pendiente de la evolución de su compa­ñero de vida “de siete a siete”.

“A las siete de la mañana ya yo estoy aquí, y yo me voy co­mo a las siete de la noche pa­ra volver al otro día”, narró.

A sus 90 años, con proble­mas pulmonares y neumo­nía, Virgilio avanza satisfac­toriamente, según la esposa, quien también aseguró que “con Dios” pronto volverán a casa. “Yo espero tener a mi viejito en Navidad”, expresó.

Juntas
Justo a su lado, compartían el “asiento duro”, como le lla­man a las aceras y contenes del parqueo del Moscos y que se ha convertido en el área de espera, estaba Juana Vizcaí­no, quien así como Gumer­sinda se traslada diario para no perder detalle de su ma­dre. Fue el pasado miércoles cuando las mujeres se encon­traron por primera vez, los su­cesivos días han compartido las angustias, las alegrías y, so­bre todo, la espera, que según dicen “cada día es más difícil”.

“Ella y yo nos hicimos ami­gas. Yo la encontré aquí, siem­pre uno se ve y se va haciendo amiga”, resaltó.

 SEPA MÁS
Grave, pero estable

En el caso de la madre de Juana, su condición de salud le ha llevado hasta la UCI, donde es­tá intubada. No obstan­te, Juana se aferra a los reportes que sostienen que aunque está de gra­vedad, se mantiene es­table.

Sale tempranito
Juana recorre “tempra­nito” el mismo camino desde Villa Mella para evitar los taponamien­tos que les retrasen es­tar antes de las ocho en las instalaciones hos­pitalarias. “Uno puede venir en el metro, pe­ro uno no tiene las con­diciones para coger un vehículo”.

 

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