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domingo, 17 de octubre de 2021

COP-26: Cambio climático y la carrera armamentista

MOISÉS ÁLVAREZ
Santo Domingo, RD

Dos de los problemas más grandes que actualmente en­frenta la existencia de la vida sobre la Tierra en todas sus formas, inclu­yendo obviamente la de los seres humanos, son el cambio climático y la carrera armamentista.

Del pri­mero se ha hablado mucho (aun­que no lo suficiente de acuerdo al autor de estas líneas) y más ahora que se espera celebrar en Glasgow, Reino Unido, la veintiseisava re­unión de las partes (países), mejor conocida como COP-26, a finales de octubre y principios de noviem­bre de este año. En cambio, de la carrera armamentista, se ha habla­do muy poco.

Recientemente, y a raíz de las traumáticas elecciones de los Esta­do Unidos celebradas en el 2020 y en donde fue electo el presidente Biden, salió a relucir que el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, contactó al general Li Zuocheng, su contraparte china y le aseguró que los Estados Unidos no atacaría a China y que, en caso de ataque, Milley le avisaría antes. Gracias a la oportuna y responsa­ble intervención de este General (merecedor, en mi opinión, del premio Nobel de la paz) se pudo evitar lo peor: una guerra nuclear.

No es la primera vez que la hu­manidad se enfrenta al holocaus­to nuclear, ya sea por la desespera­ción de un gobernante o por temor a un ataque sorpresa, eso sin con­tar con la posibilidad de que esto ocurra por accidente. Ya el famo­so director de cine Stanley Kubrick había denunciado esto en su pelí­cula Dr. Insólito (1964) en donde un general estadounidense enlo­quecido realiza un ataque nuclear sorpresa a la Unión Soviética.

Para tener una mejor idea de lo que esto significa la archiconoci­da Universidad de Princenton en los EEUU realizó, en el 2019, una simulación de un ataque nuclear entre los EEUU y Rusia. Resultado: 90 millones de muertos y heridos en unas pocas horas y los EEUU to­talmente devastados.

Pero retornemos por un mo­mento al otro problema que ya es­tamos enfrentando: el cambio cli­mático.

La República Dominicana ne­cesita para implementar su NDC (Contribución Nacional Determi­nada) un total de 17,600 millo­nes de dólares hasta el 2030. Este dinero (que a muchos les parece­rá mucho, pero esperen más ade­lante) se usará para reducir sus emisiones de gases de efecto inver­nadero (nuestra contribución es insignificante menos del 0.07% a nivel mundial, o sea, nada) y adap­tarnos a los impactos, que ya están sucediendo, del cambio climático.

Para entender la importancia de esto último pongamos un ejemplo reciente y cercano a nosotros.

Tras el huracán María (2017), el Gobierno de Puerto Rico calcu­ló que requeriría al menos 94 mil millones de dólares para la recupe­ración y reconstrucción de la isla, tras una catástrofe que dejó 2,975 muertes. Para la República Domi­nicana, de sucedernos un fenóme­no similar, necesitaríamos unos 314 mil millones de dólares (haciendo una simple regla de tres). Esto sin tomar en cuenta los fenómenos que ya estamos padeciendo de aumen­to de la erosión en las playas debi­do al aumento del nivel del mar, se­quias, inundaciones, etc.

Ahora veamos lo que se gasta en guerra y armamentos: Guerra de Vietnam (1965-1975): 686 mil mi­llones de dólares; Guerra de Afga­nistán (20 años): 2,190 mil millo­nes (300 millones de dólares por día).

Gasto militar: El gasto militar mundial subió un 2,6% en 2020 pe­se a la pandemia. EEUU, China, la India, Rusia y el Reino Unido impul­saron el aumento de las partidas a Defensa, que alcanzaron la cifra glo­bal de 1,650 mil millones de euros (unos 1,914 mil millones de dóla­res). En donde EEUU gasta 778 mil millones de dólares; China, 252 mil millones de dólares, etc.

El portaaviones más caro de la historia hasta la fecha lo constitu­ye el USS Gerald R. Ford estadouni­dense con un costo total superior a los 13 mil millones de dólares (pue­de transportar 4 mil personas). Los EEUU tienen actualmente un total de 11 portaviones y 2 en construc­ción.

¿Cuánto necesitamos para com­batir, a nivel mundial, el cambio cli­mático? 100,000 millones de dó­lares al año que deben ser usados por el Fondo Verde del Clima (GCF por sus siglas en inglés) para apo­yar proyectos de mitigación y adap­tación a nivel global. Eso es igual a aproximadamente un 5% de lo que se gasta en armamentos anualmen­te a nivel mundial. El GCF tiene ac­tualmente un portafolio de proyec­tos de 10,000 millones de dólares, apenas un 10% de lo que necesita.

Conclusión: el presidente Abina­der tiene una oportunidad de oro en estos momentos para trascender a nivel internacional. Ya sea que par­ticipe personalmente o por dele­gación en la COP 26 podría propo­ner que, parte de lo que se dedica a la carrera armamentista se destine al GCF (por ejemplo, un 5%). Dada sus buenas relaciones con los EEUU y los demás países podría lograr­se esto. Recordemos que ya fuimos parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Un aliado im­portante, por su calidad moral, sería el Vaticano a través del Papa Fran­cisco que ha demostrado, innúme­ras veces, su interés por el cambio climático y por reducir la carrera ar­mamentista. Esto también sería de gran utilidad para los militares que ya están sufriendo los impactos del cambio climático en las bases nava­les y en otros lugares además de dar­les un tono verde a sus acciones.

 

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