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sábado, 14 de noviembre de 2020

Las abuelas hacen de maestras

Laura Castillo
Santo Domingo, RD

Los abuelos, padres y tutores iletrados que tratan de ayu­dar a los niños a tomar las clases en modalidad a dis­tancia en este nuevo año es­colar 2020-2021, tienen do­ble responsabilidad sobre sus hombros. Tratar de entender las tareas para ayudarles a los más pequeños de la casa, se ha convertido en una odisea.

“Yo no puedo ayudarlos porque no sé ni leer, ni escri­bir. Su mamá y su papá tra­bajan y salen a las 9:00 y pico de la noche”, dijo abruma­da Morayma Medina, quien tiene a su cargo cinco nietos, mientras sus padres laboran hasta tarde de la noche.

La señora se disponía a poner en actitud de clase a uno de sus nietos, Ariel Félix Matos, de seis años de edad que cursa el segundo de pri­maria, mientras los demás estaban en la galería para no distraerlo.

Cuando reporteros de este diario llegaron a su vi­vienda en el sector Villa Juana, el televisor estaba ya encendido con las notas del Himno Nacional a todo volumen y niños que esta­ban en la parte delantera de la casa se pararon inme­diatamente haciendo reve­rencia al Himno e imitando al niño que salía uniforma­do en la pantalla con la ma­no derecha en el pecho.

Pero ese no era el canal que le correspondía. Sin querer interrumpir el Him­no, Ariel, le dijo a su abuela: “Mamá no es el 29”, momen­to en el que ella le permitió el control para que le localizara el canal.

Cuando se percataron lo cambiaron con inmediatez y ya las clases había iniciado. Al cuestionar a Morayma sobre su experiencia ayudando a los niños a tomar clases en la nue­va modalidad “Aprendemos en casa preservando la salud”, expresó con toda sinceridad que aunque quieran ayudar no encuentran la forma.

“Es que no podemos, es que no podemos”, dijo con firmeza queriendo expresar tantas cosas que no sabía por cual iniciar. Siguió contando y dijo que una de sus nietas, Mariel Matos, de cinco años de edad, es su primer año es­colar, por lo que no sabe có­mo ayudarle.

Hasta el momento, Ariel y Mariel, ambos nietos de Mo­rayma, se limitan solo a ver el contenido de los audiovisuales para ir adaptándose hasta que alguien con conocimientos le enseñe a leer y escribir correc­tamente.

Los demás nietos de la señora son de más edad y estos les ayudan “un po­co” ya que también tienen que lidiar con sus tareas y estar pendientes a sus ho­rarios.

En la casa de Moray­ma hay un televisor y aun­que repiten la clases en di­ferentes horarios la energía eléctrica es inestable, pro­blemática que dificulta el de­sarrollo exitoso de la docen­cia en modalidad a distancia en algunos hogares domini­canos.

No están aprendiendo
“Ella no la está cogiendo (su nieta Marel), porque es el mismo televisor. Estamos en­señando a el niño a ver”, dijo y agregó: “Mira las letras que tiene, que no sabe escribir bien. ¿Y entonces? No esta­mos en nada así, es un pro­blema que hay que solucio­narlo”, concluyó.

 SEPA MÁS
Otro testimonio

“Esta muchacha no en­tiende. Siento que se me va a reventar el corazón, yo tengo un sofoque que no lo soporto”, dice des­esperada una abuela que le ha tocado ense­ñara su nieta durante las clases a distancia.

Con la voz alterada y no­tablemente sofocada la señora continua dicien­do: “Yo no sirvo para profesora, si usted no le puede dar clase bórrela de la escuela, porque yo no puedo. No sé de letra, yo no sé nada”, expresó.

Volver a las aulas
“Deben de coger aun­que sea de 10 niños por curso. En la mañana, 10 estudiantes, con uno o dos profesores y en la tarde lo mismo”, sugirió Morayma, desesperada ya que los niños requie­ren de la intervención de un profesional para que puedan aprender.

 

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