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lunes, 11 de marzo de 2019

El subsidio por enfermedad ¿hasta dónde protege a la gente?

Nadie me lo ha contado. Como una maldición, como un espectro al acecho... transcurría el lunes temprano. Todavía estaba “mareada” con el entusiasmo de una niña tras recibir su mejor juguete: El Primer Premio de Periodismo Económico IE Business School, otorgado por una de las mejores escuelas de negocios del mundo, en Madrid, España.

Nada inusual hasta pasado el mediodía, cuando la pierna izquierda comienza a hormiguear y el dolor se agudiza. De nada valían los fármacos, ni siquiera una fuerte inyección puesta en plena redacción. El dolor, calambres y la imposibilidad de movilidad eran fuertes. Ya eran las 4:00 de la tarde y había que “cerrar” la sección de Economía & Negocios que, a fuerza de “aguante” , cerró en el tiempo previsto.
Comienzo del “viacrucis”
Casi arrastrando los pies, atendiendo a mi llamado, mi hijo me lleva a gritos al servicio de emergencia. Pasado los primeros auxilios, el dolor aumentaba, lo que hizo al galeno recurrir al médico de cabecera por llamada, que indicó medicamentos más fuertes y que volviera a las seis de la mañana, para hacer estudios especializados, y además, preparada para ser operada de urgencia, de hernia discal. Ya eran las tres de la madrugada. La prestadora de salud se negó a aceptar la cobertura, pese a que había un seguro complementario.
Gestiones de la que no goza la generalidad de la población permitieron que la operación fuera posible. Pero al día siguiente había otro problema inesperado: un pie caído.
Terapias, nuevos especialistas, bastón, andador, pero no había pasado una semana y los dolores habían vuelto.
Ya no caminaba nada. El nuevo veredicto: había una bacteria, la Helicobacter Pylori, adquirida.
Se sucedieron cinco internamientos, el uso del 9-1-1 y ambulancia del Seguro. Hacía tiempo que los RD$8,000 anual de medicamentos de ley se habían agotado. Resultado: Dos operaciones en un mes, 22 días del último internamiento con movibilidad cero y otra peligrosa bacteria nosocomial (adquirida) había originado una Discitis.
Víctima del “sistema”
El gasto rebasaba las expectativas. Ya iban cinco meses, tres de ellos sin movimiento de las piernas, con dolores y bajo fuertes drogas medicadas.
Médicos externos de varias especialidades entraron en juego por otro mes y medio, la mayoría de ellos especialistas que no aceptaban el seguro de salud. Solo efectivo y “sin un papelito”.
Al resto, había que darles un co-pago por consulta, a las clínicas pagarles por los estudios, y a las farmacias por los medicamentos, porque la mayoría no están en la lista de medicinas con cobertura.
Además, a los RD$8,000 anual ya le habían salido “alas”. ¿Prohibido enfermarse?. Evidentemente, porque de cuatro a 26 días estás a cargo de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril), quien por ley se encarga del pago por enfermedad que, por demás, aplica un método poco claro de cuándo una enfermedad es común y cúando una enfermedad es profesional.

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