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martes, 27 de marzo de 2018

Inversores deben apostar en compañías y países más pequeños y ágiles

El poder de monopolio es y sigue siendo un gran problema en la economía global. Pero las noticias de la semana pasada suscitaron preguntas como ¿hemos llegado a un nuevo límite con respecto a las ventajas basadas en el tamaño?

Si consideras las noticias más recientes, desde las tarifas de Donald Trump en China, hasta el escándalo de privacidad de Facebook, o la reciente volatilidad del mercado, el hilo común es que todas las cosas grandes están bajo amenaza.
Los grandes países y regiones, como EEUU, China y la UE, enfrentan un mayor riesgo de una guerra comercial. Si se llegan a aplicar tarifas más extensas, las empresas con mayor capitalización de mercado probablemente serían las más afectadas.
Las marcas de fabricación principales — como Boeing, Caterpillar y 3M — ya sufrieron fuertes caídas en los precios de sus acciones y el Promedio Industrial Dow Jones, que incluye las acciones más grandes, bajó 6% después de las noticias sobre los aranceles de la administración Trump. Mientras tanto, las mayores compañías de tecnología en EEUU están directamente en la mira de los reguladores en ambos lados del Atlántico.
Los activos infravalorados y más seguros parecen ser los más pequeños. “Los países del sudeste asiático, así como el sur de Europa y partes de América Latina ofrecen más espacio para el crecimiento, la expansión de beneficios, la inversión y mucho más espacio político para respirar”, dice Jay Pelosky, director de la consultora de inversiones Pelosky Global Strategies.
El Sr. Pelosky, con sede en Nueva York, cree que el regionalismo es el nuevo globalismo y defiende una teoría mundial “tripolar”, en la que las Américas, Europa y Asia siguen sus propios caminos y en la que el sur de cada región en particular experimenta una mayor prosperidad.
Él tiene razón. Si lo vemos desde la perspectiva de la geopolítica, gran parte de América Latina está saliendo de décadas de populismo y proteccionismo, mientras que el resto del mundo parece estar sumido en ellos. EEUU se encuentra al final de un ciclo de recuperación, pero muchos analistas creen que los mercados latinoamericanos tienen mucho espacio para operar.
Mientras tanto, si EEUU y China realmente terminan involucrándose en una guerra comercial, podrían ser los países más pequeños del sudeste asiático los que se beneficiarían, ya que seguirían teniendo relaciones comerciales con ambas potencias. La Asociación de Naciones del Asia Sudoriental podría convertirse en una cadena de suministro alternativa y un socio comercial preferido para cualquiera de las dos regiones.
En el sur de Europa, el principal índice bursátil de Italia es uno de los pocos en la UE que están al alza para 2018. Parece que muchos en el mercado creen que hay potencial de crecimiento en la periferia de Europa conforme hemos visto una reducción en el rendimiento de bonos en países como España y Portugal.
De hecho, cualquier regulación futura en sectores como el de la tecnología, probablemente se enfocará en los grandes actores, no en los pequeños y medianos. Incluso en China — donde las empresas de tecnología más grandes no tienen que preocuparse por las regulaciones de la misma manera — las grandes empresas han sido rechazadas por los inversores: el grupo tecnológico chino Tencent perdió US$51 mil millones de su valor de mercado la semana pasada después de anunciar que sus márgenes se reducirían para financiar el gasto en contenido y tecnología.
Es posible que las grandes compañías, como los grandes bancos, simplemente se hayan expandido demasiado. Además, las empresas más pequeñas y más localizadas probablemente evitarán los peores efectos de los aranceles.
Además de ser un objetivo menos visible para el proteccionismo, las pequeñas empresas con niveles de deuda más bajos están mejor posicionadas para hacerle frente al aumento de las tasas de interés. El grupo de investigación Strategas señala que las acciones de pequeña capitalización son la única clase de activos que han superado a la inflación en cada década desde la década de 1930.
Eso puede deberse en parte a que no están pagando en exceso a sus altos ejecutivos como muchas de las compañías más grandes de EEUU. Una encuesta reciente de empresas públicas estadounidenses realizada por Equilar, la firma de asesoría con respecto a la compensación ejecutiva, encontró que la proporción mediana del sueldo de un jefe ejecutivo con respecto a su trabajador medio era de 140 a uno. Pero en las empresas que se valoran en más de US$15 mil millones, la proporción mediana fue de 263 a uno. A partir de este año, la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU exigirá que las grandes empresas estadounidenses divulguen esa relación. Estas cifras pueden convertirse en un tema de campaña a medida que se acerquen las elecciones de mitad de período de este año.
Por supuesto, hay varios eventos que afectarían tanto a grandes como a pequeñas empresas, desde una guerra comercial global hasta un conflicto nuclear. Sin embargo, vale la pena recordar que, en tiempos de grandes cambios, caos y conflictos, a menudo los países y compañías más pequeños y ágiles son los que funcionan bien. Éste puede ser un momento para apostarle a David. Goliat está sobrevalorado.

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