LA HABANA. El abrupto frenazo del deshielo con Estados Unidos desencadenado por la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y el devastador paso del huracán Irma nublaron en 2017 el horizonte para Cuba, que se prepara para despedir a Raúl Castro como presidente del país en febrero próximo.
La isla cierra el año inmersa en un proceso electoral que deberá culminar el 24 de febrero de 2018 con la elección de un nuevo presidente que, por primera vez en seis décadas, no llevará Castro por apellido, en un paso más hacia el relevo generacional que ha defendido el propio mandatario.
Aunque no existe un pronunciamiento oficial, se espera que asuma el poder el actual vicepresidente primero, Miguel Díaz Canel, un ingeniero informático de 57 años que ha ganado visibilidad en los medios estatales durante los últimos meses.
El mecanismo arrancó en noviembre con los comicios municipales, a las que concurrió por primera vez una plataforma ciudadana que bajo el nombre de #Otro18 quiso postular candidatos independientes, aunque no lo logró y acusó al oficialismo de hostigar a quienes se sumaron al proyecto.
La década en el poder de Raúl Castro ha estado marcada por las reformas económicas para actualizar el modelo socialista, pero sus logros se han visto ensombrecidos en el último año por los sucesivos reveses que hacen prever el cierre de 2017 en números rojos, como ocurrió el año pasado, con la primera recesión en 23 años.
La crisis en Venezuela, principal aliado de Cuba, se agravó provocando la reducción a la mitad de los envíos de petróleo subsidiado de ese país a la isla.

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