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lunes, 4 de enero de 2016

Entrenamiento en el mar, otra cara del activismo de Greenpeace

BUENOS AIRES. “Teórica, mecánica y físicamente”, así se tiene que entrenar la tripulación del emblemático buque Esperanza de Greenpeace, a su paso por las costas argentinas, para estar listos para participar con acciones marítimas por todo el globo en las campañas en defensa del medio ambiente.

Ana Carla Martínez es una de las encargadas de brindar este tipo de formación a los nuevos voluntarios de la entidad que, próximamente, protagonizarán las nuevas expediciones del barco, como ya hicieran en defensa de los glaciares, el Ártico o la lucha contra la pesca ilegal, entre otros.
Esta argentina lleva toda una vida vinculada a la ONG, ya que antes incluso de finalizar la educación secundaria, con 17 años, ya se unió a la organización ecologista como voluntaria y, ahora, con 39, lleva seis años a bordo de la flota de barcos de Greenpeace.
Para Martínez, estas sesiones prácticas a bordo del Esperanza son una manera de que la tripulación “vaya agarrando más conocimiento” y que, quienes más saben, vayan traspasando su destreza a los recién llegados, explicó a Efe.
El adiestramiento marítimo de quienes conforman esta sección de Greenpeace consiste en aprender a manejar los botes de forma teórica y práctica -todos deben de tener la licencia para utilizarlos-, también realizan escalada y otros ejercicios que les permitan ganar agilidad para enfrentarse a contratiempos o a acciones sorpresivas ante las que deban actuar rápidamente.
“A veces, para entrenar para nuestras propias acciones utilizamos este barco como si fuera otro, tomándolo como escenario de otro barco y entonces lo abordamos. Hay un mundo de maniobras que se pueden aprender en los ‘training’ de los botes”, asegura la marinera.

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